[Opinion] COP15, un punto de inflexión para la naturaleza y la humanidad
Las reuniones climáticas internacionales han aparecido repetidamente en los titulares en los últimos meses. Hoy terminamos el año con la mayor conferencia sobre protección de la biodiversidad en más de diez años: la 15mi conferencia de las partes del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, COP15. Al igual que correr una maratón sin parar para recuperar el aliento, tratar de mantener el ritmo a veces puede resultar agotador e incluso sofocante.
Como director ejecutivo interino de Greenpeace Canadá, conozco ese sentimiento. Pero no podemos olvidar para qué corremos, nuestro objetivo y lo que depende de nosotros para conseguirlo.
Hoy, delegados de casi 200 países están en Montreal para establecer un nuevo marco para la conservación de la naturaleza para la próxima década. Esta decisión llega en un momento en que un millón de especies están amenazadas de extinción en todo el mundo y los sistemas de los que dependen, y de los que dependemos nosotros, están al borde del abismo.
Algunas regiones han llegado a lo que los científicos llaman un punto de ruptura: el punto en el que el ecosistema ya no puede soportar las presiones y colapsa. Imagina la selva amazónica convirtiéndose en una sabana. O la Gran Barrera de Coral convirtiéndose en un cementerio despojado de toda vida. O la capa de hielo de Groenlandia colapsando literalmente.
La COP15 podría ser un punto de inflexión para la naturaleza y para la humanidad.
Necesitamos un plan ambicioso de los delegados que participan en esta conferencia. Un plan que reconozca la urgencia de las crisis interconectadas de la biodiversidad y el clima. Un plan que termine con los subsidios dañinos a las industrias contaminantes y dirija los recursos de los países ricos como Canadá a los países del Sur Global, que durante mucho tiempo han estado sujetos a la degradación ambiental a través de prácticas capitalistas y coloniales. Y un plan que proteja al menos el 30% de la tierra y los océanos del planeta para 2030 mediante la transferencia del poder de las industrias extractivas a las comunidades indígenas y locales.
No puedo enfatizar este último punto lo suficiente. Países como Canadá tienen un largo historial de violaciones de los derechos de los pueblos indígenas a sus tierras, agua y recursos. Y, a menudo, estas violaciones se convierten en violencia contra ellos. Por ejemplo, miembros armados de la Real Policía Montada de Canadá (RCMP, por sus siglas en inglés) desalojaron por la fuerza a la Nación Secwépemc de sus territorios por oponerse pacíficamente al proyecto de expansión del oleoducto Trans Mountain. La ampliación se volvió a aprobar en 2019 sin el consentimiento de muchos indígenas.
Al mismo tiempo, hemos visto a los custodios de las tierras indígenas tomar la iniciativa para llenar los vacíos de conservación de costa a costa cuando los gobiernos coloniales tardaron en actuar. Es hora de comprometerse con un plan centrado en los derechos de los pueblos indígenas, reconociendo su conocimiento como una ciencia de la tierra por derecho propio y respetando el principio del consentimiento libre, previo e informado para cualquier actividad en sus territorios.
Como país anfitrión de esta histórica conferencia, Canadá debe predicar con el ejemplo y marcar el camino. Comienza con la organización de nuestra casa.
Publicado a principios de este año, nuestro informe Proteger la naturaleza, proteger la vida abogar por una ley federal sobre la naturaleza y la biodiversidad como primer paso. Esta nueva ley describirá exactamente cómo Canadá cumplirá sus objetivos para 2030 y requerirá informes de progreso transparentes. Reconocerá que vivimos en tierras indígenas robadas y fundamentalmente descolonizará nuestro enfoque de protección ambiental. Finalmente, permitiría al público demandar al gobierno federal si no cumple con sus promesas. Este es un paso importante ya que Canadá no alcanza el objetivo único de biodiversidad establecido en 10mi conferencia de las partes del CDB, en Aichi, Japón, en 2010.
Siete de cada diez canadienses están a favor de dicha legislación, y más de ocho de cada diez creen que Canadá debería predicar con el ejemplo en la COP15 como país anfitrión, según una nueva encuesta encargada por Greenpeace. El propio Steven Guilbeault, ministro de Medio Ambiente y Cambio Climático, afirmó que esta conferencia es “una oportunidad para que Canadá le muestre al mundo que podemos y haremos nuestra parte de costa a costa. ‘más”.
La próxima semana nuevamente, nuestros líderes tendrán la oportunidad de demostrarlo. ¿Sus acciones nos sacarán de la carretera de la extinción masiva? La COP15 es una de nuestras últimas salidas.