¿Son los franceses lo suficientemente sabios como para poner fin a la “prosperidad”?

Una sequía histórica, más de 60.000 hectáreas de bosque quemadas, tres olas de calor y huracanes mortales en Córcega. Los efectos del cambio climático son visibles y los franceses ya no pueden ignorarlos. Sin embargo, un estudio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) publicado en julio y compartido esta semana por algunos medios muestra que solo el 57% de los franceses cree que “el cambio climático existe y es para la gente”. Una cifra que indicaría que el 43% rechaza esta afirmación, que además es objeto de un “claro” consenso científico.

Si bien muchos de nuestros colegas interpretan estos porcentajes como una manifestación de climatoescepticismo, el autor principal del estudio, Antoine Dechezleprêtre, explica otro hecho en 20 minutos. El estudio citado por BFMTV o TF1 Info está más interesado en la aceptación de las políticas públicas para combatir el cambio climático por parte de las poblaciones. Conclusión: este 43% no está convencido de que el hombre no tenga nada que ver, simplemente está mal informado. “Hay una falta general de conocimiento de las causas y consecuencias del cambio climático, dice Antoine Dechezleprêtre. Y los franceses están estancados en muchos terrenos. Y están más decepcionados que sus vecinos europeos.

Además, según una encuesta de Opinion Way, “uno de cada cinco franceses no cree en el calentamiento global”. Incluso si esto es demasiado, está lejos de ser “casi uno de cada dos franceses”. Además, según una encuesta de Ipsos publicado este jueves, el cambio climático se ha convertido en la segunda preocupación de los franceses por detrás de la inflación, “su nivel más alto que se ha medido”, ha precisado el director de investigación, Mathieu Gallard. Y la OCDE lo confirma: “Los encuestados franceses son conscientes de las consecuencias potencialmente desastrosas del cambio climático y reconocen la necesidad de combatir su desarrollo, a nivel individual y colectivo. »

Políticas públicas más o menos populares

Sin embargo, esto no significa que la población esté dispuesta a hacer verdaderos sacrificios a diario. A pesar del llamado de Emmanuel Macron a “acabar con la abundancia”, ¿podemos contar con la buena voluntad de los franceses para contenerse? Depende de las reglas climáticas. Por ejemplo, la mayoría de los encuestados está a favor de “la inversión pública en infraestructura libre de carbono, la obligación de renovación térmica acompañada de subsidios o la prohibición de vehículos contaminantes en los centros de las ciudades. ¿El que no parece un gran problema? Vuela más a menudo.

Otras propuestas son menos populares, como “el impuesto al carbono, la prohibición de los coches térmicos o el impuesto a la carne roja. Finalmente, los pasos que tendrán un impacto en la vida cotidiana. “En lo que se refiere al comportamiento cotidiano, hay una minoría dispuesta a hacer un esfuerzo”, resume Antoine Dechezleprêtre, economista senior de la OCDE, y en general “Francia es el menos preparado de los desarrollados que cuestionan cambiar sus prácticas “. Un “apego al modo de vida que parecen tener todos los países desarrollados”, dijo también Marta Torre-Schaub, directora de investigación del CNRS y de la Universidad de París-1, entrevistada por 20 minutos. “Y tenemos que aceptar un cambio y las políticas públicas son más”, agregó.

Sin embargo, estos datos cambian el parámetro de conocimiento. Tomemos como ejemplo el impuesto al carbono: si es una de las medidas menos valoradas -recordemos la movilización sin precedentes que generó esta idea (los “chalecos amarillos”)-, se vuelve más popular “cuando “explicamos sus efectos sobre las emisiones de CO2 y en el presupuesto del hogar”, matizó el economista. “Los encuestados dicen que están dispuestos a adoptar algunos comportamientos bajos en carbono, siempre que representen un reemplazo adecuado para sus estilos de vida habituales”, agrega el estudio.

Equidad entre ricos y pobres

Otro parámetro se destaca en el estudio de la OCDE: seis de cada diez encuestados consideran “muy importante” que los más ricos también cambien su comportamiento para que ellos mismos estén preparados para cambiar su comportamiento. Así, en algunas respuestas al estudio aparece un deseo de igualdad entre los más pobres y los más ricos y esta impresión de que las políticas públicas pueden beneficiar a los más ricos y no a los más pobres.

“Existe la impresión de que los ricos seguirán pudiendo permitirse los lujos: carne de res, autos grandes, etc. La mayoría de los encuestados no quiere que los ricos pierdan aunque paguen más. Por lo tanto, hay un llamado a esas políticas públicas”. que sea justo para todos y, por lo tanto, una preferencia por la prohibición en lugar de los impuestos”, explica Antoine Dechezleprêtre. “Siempre habrá una brecha en los sacrificios económicos que los individuos tienen que hacer en su vida diaria, mientras existan diferentes niveles de vida en la sociedad”, agregó Marta Torre-Schaub.

¿De ahí a prohibir ciertos lujos como los jets privados? El diputado de EELV, Julien Bayou, tiene la intención de presentar un proyecto de ley para “prohibirlos”. El gobierno rechazó la idea. “Está en el dominio del símbolo”, estima el economista, para quien estos jets privados son sin duda “marginales desde el punto de vista de las emisiones totales de gases de efecto invernadero”. Sin embargo, “el símbolo, todavía juega”. “Tenemos que pensar en este tipo de propuestas porque hay un rechazo muy fuerte a las desigualdades y no lo lograremos sin el apoyo a las políticas públicas, sin el apoyo de la población”, definió nuestro experto.

Pasos inmediatos

Sin la ayuda de los ejecutivos, por lo tanto, no tenemos que depender de la voluntad individual para lograr la neutralidad de carbono en 2050. Estudio de Ipsos publicado el pasado diciembre. Ciertamente entendemos la urgencia, pero luchamos por cambiar nuestros hábitos. Sin embargo, se anuncia una carrera contrarreloj porque “cuanto más tardemos en poner en marcha políticas ambiciosas, mayor será el esfuerzo por aceptarlas”, advirtió Marta Torre-Schaub. Ahora, “obtuvimos cierto retraso como resultado, los sacrificios tenían que ser mayores en un tiempo más corto”, agregó.

Según nuestros expertos, las administraciones públicas deben tomar medidas urgentes “con más asistencia económica”, según el director de investigación del CNRS. Y para agregar: “Necesitamos estimular a la población para que quiera cambiar su forma de vida, será muy complicado si tenemos en cuenta la disminución del poder adquisitivo o del nivel de vida que se ha observado en los últimos años, especialmente en la gran ciudad… Entonces, del lado del clima, para acabar con el bambú, el Estado tiene que meterse la mano en el bolsillo.

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