La crisis económica, “un crimen perfecto”

En su análisis, basado en la realidad económica, Nadim Chéhadé, economista e historiador del pensamiento económico, critica los argumentos del gobierno en el Fondo Monetario Internacional.

Desde su estallido, la crisis libanesa ha sido leída desde un ángulo estrictamente financiero, oscureciendo todas las realidades económicas que la precedieron. La realidad económica significa la situación política que condujo a la caída del país. Esta es la luz que revela Aquí en Beirut Nadim Chéhadé, economista e historiador del pensamiento económico. Así retornó a la serie de hechos que, desde 2005, debilitaron la institucionalidad y entorpecieron cualquier dinámica encaminada a construir el Estado desde la victoria. Este “martillazo” del Estado se llevó a cabo con tanta precisión que la crisis actual puede denominarse el “crimen perfecto”. “Todos fueron designados responsables de la crisis, excepto el principal responsable que, él, se salvó”, explicó, en una alusión apenas velada a Hezbolá.

Un estado de “martillo”

“El Estado ha sido golpeado, manejado por crisis hasta el actual colapso total, social, económico e institucional”, definió el Sr. Chéhadé.

Los acontecimientos políticos desde 2005 han sido elementos importantes en el inicio de la crisis. Estos incluyen “los asesinatos sistemáticos y los intentos de asesinato de políticos, periodistas y otros líderes de opinión desde finales de 2004, así como la guerra con Israel en 2006, la ocupación de las calles durante 18 meses”, desde diciembre de 2008, cuando los partidarios de Hezbolá, Amal y el Movimiento Patriótico Libre acamparon en el centro de Beirut para impugnar, tras la renuncia de sus respectivos ministros, la legalidad del gobierno de Fouad Siniora, para impedirle firmar el decreto que aprueba las leyes relativas al Tribunal Especial para Líbano enviado por la ONU.

Fue acompañado por la “parálisis del Parlamento”, con el mismo objetivo. A esto le siguió el “ataque a la ciudad de Beirut” (el golpe de Estado de Hezbolá del 7 de mayo de 2008), los acuerdos de Doha y la “fórmula de parálisis impuesta en 2008 (necesita consenso, nota del editor)”. El gobierno “de unidad nacional resultante de las elecciones de 2009 y que, apenas instalado en 2010, fue víctima de un “golpe de Estado”, en la propia constitución, pero protagonizado por la violencia con la dimisión de los ministros chiítas en enero de 2011 y la revocación gestionada por los drusos Walid Jumblatt y su grupo parlamentario bajo la presión de las armas”, recuerda el economista. Luego vino la “crisis siria de 2011”, que provocó una afluencia de refugiados, y agudizó la “crisis diplomática (…) con nuestros aliados económicos en el Golfo”, él Esta crisis, dice Nadim Chéhadé, equivale a la salida de nuestros mercados económicos regionales, “La impacto igual a diez Brexits, (…) que paralizó la economía del Líbano”.

Las implicaciones del discurso de guerra

El telón de fondo consiste en “anuncios periódicos de guerra, al menos cinco veces al año, fechas de aniversario de guerra, presuntas victorias o muertes de Mártires en la lucha contra HezboláLos veranos están paralizados, los posibles inversionistas posponen sus proyectos, “lo que no deja de hacer un estrangulamiento sistemático de la economía”, explicó Nadim Chéhadé. Todas las instituciones están paralizadas.

El impacto político y financiero es doble. Así, por ejemplo, una pregunta básica, pero a muchos parece que se les escapa: “Tenemos razón en creer que debemos tener una política monetaria desde 2011, cuando empezó a cambiar la balanza de pagos, pero ¿cómo podemos tener una política monetaria y fiscal? .en un país sin gobierno, sin Parlamento, sin Presidente de la República y en estado de guerra crónica?, se preguntó Nadim Chéhadé.

Y para concluir el “golpe de gracia que provocó el fracaso total del sistema”: “La aprobación de la escala salarial basada en una subestimación de su valor por parte del Ministro de Hacienda, duplicando el déficit monetario fiscal del gobierno a un año, sabiendo que un aumento del 20% en el déficit ya es una crisis”.


El mismo año 2017, los ciudadanos del Golfo retiraron sus depósitos de los bancos libaneses después del episodio de la renuncia forzada de Saad Hariri, que condujo al colapso un año y medio después. Los muchos incidentes de la política monetaria.

“La prosperidad antinómica del cambio”

La dinámica de martillo del Estado que inició la crisis continúa y se debe a dos factores: primero, una tendencia actual de la sociedad a “destruirse a sí misma queriendo destruir todo lo que existía hasta entonces, como los partidos políticos y la banca”; luego, la tendencia, históricamente documentada en el Líbano, de izquierda, a percibir la prosperidad como antinómica al progreso social, explica Nadim Chéhadé. Entonces existe la idea de que “hay que destruir el sistema y empezar de cero”, de lo contrario no habrá cambios.

“No hay un modelo económico libanés como este”

Pero Nadim Chéhadé descarta inmediatamente cualquier impacto de la crisis en el modelo económico libanés, que considera inútil aunque en el debate público se mencione un cambio de modelo. No es que el modelo no apoye las reformas estructurales, pero “no hay un modelo económico libanés como este, el modelo se arregla solo”. Lo que, por otro lado, puede definir históricamente a Líbano es la “apertura”, que hizo de “Beirut la base del comercio internacional”. “Esto permitió que Líbano acogiera a la élite económica e intelectual de la región desde la década de 1920, desde Turquía, Siria, Egipto, Irak y especialmente Palestina”, explicó.

¿Qué acuerdo con el FMI?

Este inventario no deja de desvanecer el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, un acuerdo importante porque ahora es un vínculo con la comunidad internacional, pero los depositantes corren el riesgo de cargar solos con las consecuencias. “Esto podría ser un duro golpe para el Líbano porque un Líbano sin bancos es un modelo fallido de facto”, insiste Nadim Chéhadé. Sin embargo, “el razonamiento dominante en el gobierno es apostar por una evasión del sistema bancario”, extendiendo la idea de que para que se produzca el cambio se debe destruir el sistema, dice Nadim Chéhadé.

“El éxito del acuerdo depende de las negociaciones con el gobierno. No vamos a cambiar el FMI, debemos cambiar el gobierno o sus argumentos”, concluyó el economista.


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