¿Qué es el “brandalismo”, ese movimiento ecologista que ha secuestrado los anuncios?

Desde 2012, se han realizado varias operaciones en Londres, París y Ámsterdam. Los objetivos de los activistas incluyen: fabricantes de automóviles y aerolíneas.

Un anuncio de Toyota que muestra a su CEO, Akio Toyoda, llorando lágrimas de aceite. Una campaña de la aerolínea alemana Lufthansa invitando a sus clientes a #SayOuiToTheEndOfTheWorld… Desde 2012, han aparecido anuncios secuestrados en todas las calles de muchas ciudades europeas para denunciar las industrias contaminantes y los efectos nocivos de su estrategia de marketing sobre el calentamiento global.

La práctica, llamada “brandalismo”, un juego de palabras que mezcla términos en inglés marca (marca) y vandalismo (vandalismo)- está detrás de 16 campañas durante más de una década, lideradas por el colectivo homónimo Brandalism.

Un movimiento nacido en 2012

“Somos un colectivo internacional de artistas y activistas que desafían el poder de las grandes empresas y sus herramientas de comunicación. Al intervenir en espacios publicitarios que normalmente celebran el consumo, Brandalism utiliza la publicidad alternativa como lente para revelar los problemas sociales y ecológicos causados ​​por el capitalismo” , detalla la zona del movimiento.

La iniciativa, nacida en 2012 a través de una primera campaña desplegada en varias ciudades españolas, se enmarca en una estrategia ecológica y decreciente que, al mismo tiempo que denuncia el exceso de publicidad, identifican a los líderes del movimiento.

¿Último proyecto? Se señala con el dedo la publicidad descrita como engañosa y el “intenso cabildeo contra el cambio climático” de los fabricantes de automóviles BMW y Toyota. Cientos de carteles fueron desplegados en enero por toda Europa por el colectivo Brandalism, apoyado por Extinction Rebellion y Subvertisers’ International, un movimiento que denuncia los efectos nocivos de la publicidad.

“Más de 400 vallas publicitarias y paradas de autobús en Bélgica, Francia, Alemania e Inglaterra fueron ocupadas por activistas climáticos este fin de semana, denunciando a Toyota y BMW cuando se inauguró en Bruselas el Salón Europeo del Automóvil por su 100 aniversario”, explicó Brandalism en su sitio.

París ya invirtió en 2015

Entre los anuncios secuestrados, algunos muestran un imponente automóvil Toyota rosa, pasando junto a personas hambrientas que se arrastran en medio de un incendio, no muy diferente a una pintura de Hieronymus Bosch. “Publicidad del fin del mundo”, decía el cartel.

Este fin de semana, en Nantes, el colectivo “Resistiendo la invasión publicitaria” así como el Grupo de Intervención de ranas no violentas se hicieron cargo de la campaña. Se muestran anuncios de BMW secuestrados en la ciudad. Se tomó una iniciativa similar en la apertura de la COP21 en 2015 en París.

Muchas vallas publicitarias en la capital fueron ocupadas con mensajes criticando la lavado verde por ciertas empresas, un dispositivo de marketing utilizado por ciertas empresas para darles una falsa imagen de responsabilidad ecológica.

Una “disonancia cognitiva total”

En septiembre de 2022, esta vez son las aerolíneas las que están en el punto de mira de los activistas del brandalismo. Para esta operación se desplegaron más de 500 carteles falsos, en los que se renombró a Ryanair como “Ruinair”, y se renombró el eslogan de la compañía italiana Ita Airwais: “Juntos volamos hacia la próxima extinción”.

¿El objetivo de esta campaña? Pida a los gobiernos que impongan las mismas restricciones publicitarias a la industria de las aerolíneas que a la industria tabacalera. Para respaldar su punto, Brandalism se basa en un informe publicado en 2019 por Greenpeace, “que estima que en 2019, la publicidad aérea mundial podría ser responsable de la liberación de 34 megatones de CO2, o la quema de 17 millones de toneladas de carbón”, indica. el colectivo.

“La imagen glamorosa que tienen ciertos estilos de vida altamente contaminantes, como los viajes aéreos frecuentes, ha sido construida deliberadamente por la industria de la publicidad y no muestra signos de desaceleración, a pesar de uno de los veranos más calurosos registrados”, se quejó Tona. Merriman, miembro de Brandalismo.

Los carteles, casi siempre pegados ilegalmente, fueron realizados por artistas cercanos al movimiento. Lindsay Grime, que pasó por alto un anuncio de Lufthansa, lo vio como un “proyecto muy oportuno, porque todavía hay una disonancia cognitiva total” entre la realidad del calentamiento global y nuestros hábitos, le dijo a Brandalism.

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